- 4 alcachofas[1]
- 1 cebolla
- 50 g. de panceta, o bacón
- 1 cucharada de tomate triturado
- ½ vaso de vino blanco,
- ½ limón
- 2 cucharadas de aceite de oliva, agua y sal y un poquito de azúcar.
- Retira el tronco de las alcachofas. Córtalas por la mitad a lo largo y colócalas en un recipiente con agua fría y zumo de limón. Mientras, pela y trocea la cebolla y pica la panceta. Dora en una cazuela con el aceite a fuego suave. Agrega el tomate, deja reducir un par de minutos y añade el vino.
- Cuece durante diez minutos a fuego suave. Añade un vaso de agua y las alcachofas.
- Condimenta con sal y una pizca de azúcar.
- Tapa la cazuela y deja cocer las alcachofas a fuego lento, unos 30 minutos, hasta que estén bien tiernas. remueve de vez en cuando y sirve.
- Quizá, durante la cocción, veas que se quedan sin caldo, se puede añadir un poquito más de agua.
[1] Las alcachofas son diuréticas, antirreumáticas y depurativas. Hacen un lavado interno del organismo que ayuda al hígado a depurar los tóxicos del cuerpo, y además, no engordan y están exquisitas. La cualidad más importante de las alcachofas es la gran cantidad de beneficios que para la salud reporta su consumo. Además de ser digestivas, son altamente diuréticas, antirreumáticas y depurativas. Hacen un lavado interno del organismo que ayuda al hígado a depurar los tóxicos del cuerpo. Muy ricas en minerales, vitaminas y fibra. Tratar la anemia, la diabetes, el estreñimiento, cálculos de la vesícula biliar, la gota o el reuma a base de alcachofas (o del jugo de la cocción de sus hojas) es algo habitual en la medicina natural. Recomendada para cualquier persona de cualquier edad. Bajo contenido en calorías.
1 comentario:
Que ricas, me encantan las alcachofas así
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