Cuando cocino, no sólo mezclo ingredientes, les aplico calor y los emplato.
Para mí, cocinar es algo más.
Es reconocer olores de antaño, encontrarme con los recuerdos de mi infancia, o revivir a alguien que ya no está, y tenerla conmigo mientras cocino.
Eso me ocurre mucho con la tita Reme.
Tia de Manolo, pero siempre la llamamos tita Reme.
Ella vivía en Suiza, y en el poco tiempo que nos veíamos (una vez al año) me enseñó algunos truquitos en la cocina.
Uno de ellos, que siempre recordaré, es cómo hacer los langostinos salteados.
Un poco de aceite de oliva virgen extra, ajos y perejil picados, y vino blanco.
¡Buenísimos! de vez en cuando me gusta hacerlos, y recordarla, y traerla junto a mí, y juntas, en la cocina, charlamos de nuestras cosas, y me gusta escucharla y recordarla.
Ingredientes:
- ½ kilo de langostinos[1]
- 3 dientes de ajo
- 1 ramita de perejil
- un poco de sal y unas gotas de aceite de oliva
- un espurreo de vino blanco (tranquilo, ahora te explico lo que es el espurreo )
- Una sartén grande y antiadherente (que no se pegue). Eso es lo primero.
- Echa una cucharada de aceite de oliva virgen extra.
- Pela los ajos y córtalos a trocitos, y la ramita de perejil, también a trocitos.
- Ten preparado esta picada.
- Pon los langostinos en la sartén, ponlos uno detrás de otro. Deja, a fuego medio, para que se hagan a la plancha, cinco minutos (5). Según el tamaño de los mismos. Echa la picada.
- Da la vuelta a todos los langostinos, y los vuelves a poner en la misma posición, así todos se hacen a la vez, y no se queda ninguno crudo.
- Coge con la mano (lavada, claro), un chorreón de vino blanco, y lo “espurreas” por encima de los langostinos.
- Esto es un truquito mío, que le da muy buen sabor.
- Echa una chispitita de sal. Y ya está. ¿Ves qué fácil? ¡y qué ricos!
[1] Los langostinos son un alimento poco energético con una relación favorable de grasas poliinsaturadas frente a saturadas. Su contenido en colesterol es superior al de otros mariscos, sin embargo en relación a las cantidades que se consumen y a la calidad de su grasa, este alimento no resulta perjudicial.
Son fuente importante de proteínas, hierro, fósforo y yodo. Es, junto con las gambas, el marisco con mayor contenido en fósforo. Destaca su aporte de hierro entre los crustáceos y su contenido en yodo es tres veces superior al de las gambas.
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