- 1 cebolla pequeña
- 2 dientes de ajo
- 1 cucharada de harina
- ½ cucharadita de pimentón
- 2 patatas
- 1 vaso de vino blanco, y 1 vaso de agua
- perejil picado y pimientos asados.
Preparación:
- Pica la cebolla y el ajo muy menuditos. Calienta en una cacerola el aceite, echa la cebolla y los ajos. Dora un poco.
- Añade la harina, el pimentón, el vino blanco y el agua. Deja hervir, hasta que espese. Si espesa demasiado, añade más agua.
- Echa las patatas cortadas a trozos y deja hervir 20 minutos.
- Termina echando el pulpo y luego el perejil picado y al final, adorna con los pimientos asados.
[1] Si algún animal marino cuenta con su propia leyenda negra, ése es el pulpo, aunque no en todo el mundo se le reconozcan sus virtudes gastronómica. Es un animal de costumbres pacíficas, bastante tímido, que acude al camuflaje para hacerse notar lo menos posible. Eso sí, es todo un gourmet: su plato favorito son los mariscos. Esa dieta es, sin duda, responsable de su propia exquisitez. Una exquisitez que no reconoce todo el mundo. La verdad es que el pulpo no es un animal demasiado atractivo. Los pueblos realmente amantes del pulpo son el japonés, el griego y, sobre todos, el gallego; en Galicia, el pulpo es una institución, ligada desde siempre a las ferias de ganado. A esas ferias acudían las pulpeiras, con sus cacerolas enormes en las que cocían el pulpo, que luego servían en platos de madera sin más aditamentos que sal gorda, aceite de oliva y pimentón entre dulce y picante.
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